
Por Israel Téllez
“ Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”
Juan 3:16-17 (NTV)
Introducción
La meta de compartir el evangelio con nuestra familia, amigos, vecinos o nuestra comunidad es que ellos puedan abrir sus corazones para creer y confesar a Jesucristo como el Señor y Salvador de sus vidas, establezcan una relación personal con Dios y comiencen experimentar por ellos mismos la vida de fe que vemos en la palabra de Dios a través de las enseñanzas de Jesús. La salvación es personal y es la decisión más importante en nuestra vida.
El evangelio son las buenas noticias de parte de Dios y la esencia del mensaje se centra en la vida y obra de Jesucristo para salvar a todo aquel que crea en Él. Cada creyente tiene la responsabilidad como el gran privilegio de compartir el evangelio. Te daremos unas recomendaciones prácticas para que puedas hacerlo y tener una gran cosecha de almas en tu vida de fe.
1. Predicamos a Cristo con amor
El mensaje del evangelio es un mensaje de amor, de relación, de conexión, de rescate, de salvación, de perdón, de justicia, de restauración, de gloria, de fe y esperanza, es Dios mismo amando al mundo para salvarlo a través de Jesús.
Jesucristo no vino al mundo como juez sino como salvador, así que cada creyente debe tener la misma actitud y la motivación al predicar el evangelio. No hay otra conexión más poderosa que el amor, no es el conocimiento, la sabiduría o los milagros, es el amor lo que nos conecta con Dios a través del perdón de nuestros pecados; por eso todo creyente puede recibir el amor de Dios en el perdón de todos sus pecados.
Esto nos reafirma que la forma inmediata de Dios al llegar a cualquier persona se manifiesta en una búsqueda de amor para establecer una relación directa y personal con cada creyente. Jesucristo es el ejemplo máximo de como predicar y el siempre vino a conectar a las personas con el amor y propósito de Dios.
2. Predicamos a Cristo crucificado
La crucifixión es sinónimo de juicio, castigo y muerte; así el sacrificio de Jesucristo en la cruz del calvario es la justicia perfecta de Dios, porque es la vida y obra de Cristo, el hijo justo y santo de Dios ofreciendo su propia vida por amor a nosotros con el fin de rescatarnos y meternos a una relación correcta con Dios. Yo la llamo la “Ley del intercambio”, por la razón principal que Jesús pagó el precio que merecía todo pecador, una muerte cruel de castigo y juicio por el pecado de la humanidad. Eso es lo que Dios demandaba para que el hombre tuviera comunión con Él, un sacrificio perfecto para quitar el pecado de la vida del hombre; es así que solamente al creer que la muerte de Jesús fue suficiente para rescatarnos nos abre el único camino, la verdad y la vida que nos lleva al Padre.
La Biblia declara en libro de Romanos 10:8-10, que si creemos que Jesús es El Señor y confesamos que Dios le levanto de entre los muertos seremos salvos, porque con el corazón se creé para justicia pero la boca se confiesa para salvación. Con esta afirmación, el creyente acepta y reconoce la obra de redención a través de la muerte y resurrección de Jesucristo. La vida eterna de todo creyente comienza al creer y confesar a Jesucristo y recibir el regalo de la salvación, por eso debemos predicar a Cristo crucificado, porque al hacerlo creemos que fuimos levantados juntamente con Cristo en la cruz para juzgar y crucificar nuestro propio pecado, ser muertos junto con él derrotando a la muerte y ser resucitados en una nueva vida a través de la sangre de Cristo.
3. Predicamos a Cristo resucitado
Nuestra fe se basa en la resurrección de Jesucristo. Si no hubiera resurrección nuestra fe sería una hermosa filosofía o una linda historia de amor, pero la resurrección es una evidencia, es un hecho, es lo que le da sustento a nuestra fe; por lo tanto, tenemos que predicar a Cristo resucitado. Así como su muerte trae la justicia de Dios a nuestras vidas, la resurrección trae la vida eterna a nuestro espíritu. En la muerte de Jesucristo Dios juzgó nuestro pecado y cargó sobre su vida el pecado de toda la humanidad en el castigo terrible de la cruz, pero en la resurrección de Jesucristo Dios nos da la victoria sobre el pecado y la muerte que nos separaban de Dios para darnos una vida nueva con una nueva naturaleza.
4. Predicamos a Cristo glorificado
La obra de Dios no ha parado, Jesucristo está vivo y sentado a la diestra del Padre, Dios le ha exaltado sobre toda la creación y ha puesto toda autoridad debajo de sus pies para que toda lengua confiese y toda rodilla se doble ante Él. Dios salva y sigue salvado a todo aquel que crea y confiese a Jesucristo cómo Señor, por eso tenemos que predicar a Cristo glorificado.
Jesucristo ascendió al cielo para ofrecer su propia sangre ante el Padre, su sacrificio es válido y vigente para quitar de una vez y para siempre el pecado de todo aquel que lo crea. Pero vayamos más adelante, la posición de Jesucristo no es pasiva en el cielo, el envío al Espíritu Santo para que todo creyente pueda tener la vida eterna en su espíritu, pueda vivir la vida nueva y abundante que nos prometió aquí en la tierra, y lleve una vida de poder y propósito. Cuando predicamos a Cristo glorificado anunciamos el plan vigente de Dios de tener una relación personal con nosotros, pero también nos hace participes de su maravillosa obra aquí en la tierra dándonos propósito en una vida relevante que añade valor a todas las áreas de nuestra vida.
5. Predicamos a Cristo con nuestra vida
Nuestro testimonio habla más que nuestras palabras, pero que maravilloso y hermoso es que un creyente comparta el evangelio con su propia vida. La salvación es personal pero tenemos el privilegio de ser un conector para que la gente al vernos encuentre a Cristo viviendo dentro de nosotros. El apóstol Pablo reafirmaba que somos cartas leídas por todos. Nuestro testimonio es importante para tener autoridad para compartir a Cristo. Cuando Jesús estuvo en la tierra la gente expresaba que él hablaba como plena autoridad.
6. Predicamos a Cristo por gratitud
El mensaje del evangelio lo recibimos porque alguien nos compartió a Cristo, alguien oró por nuestra salvación y alguien hizo el esfuerzo de llevarnos a los pies de Jesucristo dedicándonos tiempo pacientemente. De la misma gracia que recibimos tenemos la responsabilidad de dar con gratitud y amor el mismo mensaje que nos ha trasformado, de hecho cada creyente que lleva una persona a los pies de Cristo experimenta un gozo glorioso y se convierte en parte activa del reino de los cielos aquí en la tierra.
7. Predicamos a Cristo por es la respuesta para la vida
Cristo es la respuesta de Dios a la humanidad. Dios mismo habitando en nosotros a través del Espíritu Santo y manteniéndonos en una relación directa y personal con Dios. No hay relación más relevante y más significativa que transforme y toque todas las áreas de nuestra vida. Cristo es la plenitud de Dios y es la respuesta para la vida.
8. Predicamos a Cristo porque es el poder de Dios para salvación
El poder de la salvación radica en el mensaje del evangelio y todo aquel que lo cree es salvo delante de Dios. La salvación no depende de algún esfuerzo humano, algún ritual o algún conocimiento extraordinario, sino de la fe en Jesucristo; así el creyente recibe la gracia de Dios y experimenta el poder de la salvación para trasformar y trasladar nuestra vida de muerte espiritual a vida eterna.
Conclusión
Hemos sido empoderados y bendecidos para llevar el evangelio a todos los rincones de un mundo en necesidad y tinieblas. Tenemos que predicar a Cristo y al hacerlo, mostrar el gran tesoro que habita dentro todo creyente en Jesucristo para conectar a las personas con el amor y el propósito de Dios.