Juan 5:1-18
Ustedes saben que perder la esperanza es muy fácil. Los seres humanos somos presa fácil del desconsuelo y la desesperanza en la vida. Los problemas a nuestro alrededor, las necesidades y conflictos que experimentamos en nuestro diario vivir pueden, con toda facilidad influir de forma negativa en nosotros al punto que no tengamos esperanza de nada en nuestro interior.
¿Qué sucede cuando estamos en esa situación?
- NUESTRA FE SE DEBILITA: Dejamos de ver las cosas poderosas de Dios y nos enfocamos solo en lo que estamos viviendo, en ocasiones nos alejamos de Dios y buscamos lugares que nos contaminan espiritualmente
- NUESTRO LENGUAJE CAMBIA: Nos volvemos criticones, escépticos, juzgamos a los demás, hablamos negativamente y continuamente solo nos quejamos de nuestra condición.
- Nuestra VISIÓN SE PIERDE: No podemos ver más allá de lo que estamos viviendo, nos enfocamos solo en lo que está a nuestro alrededor, esperamos ayuda solo de quienes nos rodean y esta no llega.
- NUESTRO PENSAMIENTO ES PESIMISTA: Nos sentimos solos, abandonados, despreciados, rechazados y solo deseamos morir.
¿Por qué? Porque hemos perdido toda esperanza, sin embargo te animo a que te levantes. Esto es precisamente lo que puede estar ocurriendo a nuestro país, los mexicanos podemos estar ya desesperanzados y diciendo que todo seguirá igual, que nunca cambiará nada, pero te tengo una gran noticia: ¡Dios es el mismo ayer, hoy y por siempre! y quiere hacer cosas poderosas en tu vida para que tu condición cambie y así pueda cambiar también la condición de este país.
Así que no es tiempo de tirar la toalla, no es tiempo de salir huyendo, no es tiempo de dar la espalda a las situaciones y huir despavorido. Este es el tiempo de abrir nuestros ojos y creer que Dios, nuestro Dios, HARÁ grandes cosas en nosotros.
Si lees Juan 5:1-18 verás que el paralítico llevaba 38 años en esa condición, toda una vida desperdiciada, abandonada, con tremendas limitaciones y con muchas excusas. ¿Te has dado cuenta que cuando perdemos la esperanza de cambiar nos volvemos expertos en brindar excusas o argumentos que justifiquen el por qué estamos como estamos? ¿De qué estaba convencido el paralítico? Ante la pregunta de Jesús: “¿Quieres ser sano?” el paralítico respondió con una serie de argumentos que explicaban el porqué estaba como estaba en ese momento.
El estaba convencido de que “su condición” jamás cambiaria, ¿te suena familiar? cuántos de nosotros usamos nuestro lenguaje para expresar el por qué no podemos cambiar. Si tienes problemas financieros tal vez digas: “si tan solo me sacara un premio, todo lo que haría”. Si estás enfermo: “mi condición va a empeorar y no hay medicina capaz de sanarme” Si tienes problemas en casa: “creo que lo mejor sería que yo me fuese o mejor aun que me muriera” Siempre terminamos expresando lo negativo con nuestra boca.
El problema que enfrentamos aquí es que el paralítico no tenía deseos de cambiar, este si es un agudo problema. Muchos ya se han conformado a la situación y solo están pidiendo fuerzas para resistir. ¡NO! Pide misericordia, pide misericordia a Dios, porque entonces. Él enviara a sus ángeles para que te ayuden y resuelvan tus problemas.
Hoy tienes que creer que Dios tiene el poder para cambiar tu CONDICIÓN. Pero no debes quedarte allí, debes creer que TAMBIEN El te ama y que quiere mostrar en ti Su misericordia para cambiar todo en tu vida y llenarte de esperanza.
¿Crees que Dios puede hacer algo contigo?
Muchas veces somos nosotros quienes limitamos el poder de Dios al poner nuestra mirada en las cosas de esta tierra, nunca pongas tu mirada en ello, ni en tus circunstancias sino pon tu mirada en El Señor nuestro Dios Todopoderoso. Cuando levantamos nuestra mirada a Dios, de Él descenderá Su Espíritu y nos dará poder para vencer toda circunstancia alrededor de nosotros.
Oración
Padre, ayúdame a levantarme, a vencer toda circunstancia y a creer que tu misericordia caerá sobre mi vida y la de los míos. Confío en que los planes que tienes para mí son de bienestar y empiezo a ver un futuro glorioso. En el nombre de Jesús. Amén.